lunes

NUTRIAS

Día de lluvia fina, de lluvia gruesa, de lluvia entre rayos de sol. Me gusta caminar sin descorrer las cortinas de la lluvia. Sentir el sonido de miles de gotas sobre el río, mi cabeza, mis manos. Los días de más paz son los días de pescar con lluvia. Ayer no había nadie, sólo las nutrias y las garzas y la lluvia.

Los pescadores, como seres acuáticos, amamos la lluvia. Además entre el impermeable y en vadeador es difícil mojarse aunque caiga el diluvio o estemos con el agua hasta la cintura. La garganta estaba crecida pero era pescable. Al final de la mañana me encontré con Fernando para el taco. Nos salió una nutria joven a cinco metros. Él sorprendió a una grande más abajo enroscada en la orilla y por poco la pisa. Los dos se sorprendieron. Para las aves ya era rabiosa primavera con lluvia o sin lluvia y sus cantos de celo se mezclaban con los “chop” de las gotas en los árboles, las piedras, el agua y se unían al rugido del torrente. El mundo natural en plenitud. Compartir el río con la nutrias me hace entender el porqué de algún secreto de la vida.

Subimos hasta las Tres Juntas sólo por el placer de contemplar el lugar. Tenía muchas ganas de seguir por Jaranda y pescar todo el día pero había que volver. Mi hijos se habían quedado en casa durmiendo a pierna suelta. Cuando yo regresaba del río ellos se levantaban.

Hubiera seguido garganta arriba con la seguridad de que no habría nadie en kilómetros y el placer de la lluvia alimentando la tierra.

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